

Llevan varias semanas anunciando el concierto de música rusa en el
Conservatorio, en el cual ingresó Ravel pocos meses antes. ¡Vaya decepción
al descubrir la sala casi desierta! Unas cuatrocientas personas han acudido
y sus siluetas dispersas parecen subrayar el vacío. En cuanto a la acústica,
es tan desastrosa como la asistencia. Al final del concierto, Ravel reconoce
en el primer balcón a Achille-Claude Debussy con quien ya coincidió en los
conciertos de la Sociedad Nacional de Música. A los 26 años, Debussy ha
abandonado el conservatorio, a su profesor Marmontel, quien lo juzgaba
en cierto momento “retrasado en los principios”, y la Villa Medicis cuyo
academicismo condena. Un cambio aún más profundo se está preparando:
Achille-Claude pronto renunciará a ortografiar su apellido “de Bussy”. Dicho
mal hábito revela cierta vanidad. ¿O acaso pretenderá reparar una injusticia?
Cuando le preguntan: “¿
Cuál es su principal virtud
?”, responde, cínico o
divertido: “
El orgullo
”. Debussy aún no ha compuesto nada fundamental. En
esa época, opera su metamorfosis.
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